domingo, 18 de abril de 2010

Despertar

El sol entró por la ventana de Anna, se coló a través de las cortinas y fue a dar en su rostro. Le gustaba desperarse así, almenos... antes le gustaba. Ahora el sol entraba y solo le recordaba lo mucho que iba a costarle levantarse. Últimamente no hacia más que llorar. Lloraba por dentro y a todas horas, incluso cuando no tenía otro remedio que tragarse sus propias lágrimas.
Lo había dado todo. Se había esforzado por ser todo lo que él había soñado. Lo peor era que no había sido suficiente. Todo aquel esfuerzo no le habría importado si hubiese sido suficiente. Ella no pedía nada, solo quería sentirse querida. Y había sido en vano, la había dejado, le dijo que no era su culpa, que era cosa de él. La típica excusa pensaba ahora, mientras apartaba las sábanas para comenzar un nuevo día que, desde hacia meses, carecían de significado y se le antojaban vacíos.
Sabia que María estaba preocupada por ella, eran amigas desde hacia muchos años y odiaba verla así. Siempre intentaba animarla, por ese motivo no se sorprendió al verla llegar a su piso aquella mañana. Hacia ya dos horas que se había marchado y todavía podía oír en las paredes el eco de sus palabras.

"Deberíamos esforzarnos por ser mejores por nosotras mismas. De esa manera, nadie podrá llevarse lo que eres. Serás dueña de ti misma."

En aquel momento había cerrado los ojos y se había esforzado en pensar un nuevo motivo por el que levantarse al día siguiente.

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