domingo, 18 de diciembre de 2011

Grandes verdades

El dolor es inevitable. El sufrimiento, opcional.

Cada uno es libre de escoger cómo quiere vivir.

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Yo ya he escogido.

¿Y tú?

martes, 6 de diciembre de 2011

Nos vamos, corazón.

Nos vamos, corazón.

Recoge todas tus cosas. Empaqueta tu alma, hiela tu mirada, congela los recuerdos, mantente firme. No mires atrás.


Incluso debes cojer todo aquello que él nunca quiso. No sabes cuando lo necesitarás. Pronto no brotarán más lágrimas, pues no te quedarán razones para llorar.


Cíñete la coraza, desenvaina el coraje.


Sonríe. Por todos esos minutos que gastaste y que hoy son para ti.


Precisamente cuando crees que no te queda nada, es cuando verdaderamente optas a obtenerlo todo.

Inspirado en un texto de Turandot.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

No quiero dejarme nada por sentir

Tengo un montón de palabras que no tienen dónde ir.

Tengo abrazos sin dueño.


Tengo sonrisas por repartir.


Tengo deseos secretos y otros tantos por compartir.


Tengo ganas de vivir.


Tengo... Tengo ganas de ti.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Otoño





Me encanta el color de las hojas en otoño.


Le he dado un nuevo toque al blog, aunque sigue fiel a sus principios.




domingo, 4 de septiembre de 2011

Se que mereces que te quiera.

Odio cuando me miras así.

Miento.

Me gusta y me disgusta casi de igual manera.

Me fascina tu ternura. Nadie nunca me ha mirado como lo haces tú. Quizá nadie más lo haga. Así, profundamente, como si pudieras ver más allá de mí. Más allá de todo.

Me miras como si en todos estos años no me hubieras mirado nunca. Y lo hicieras hoy por primera vez, como si acabaras de descubrirme.

Y no puedo sostenerla. Aparto la mirada y aun así puedo sentir tus ojos clavados en mí. En ese punto que yo misma desconozco, detrás de todo lo que soy y de lo que nunca seré.

Fijo los ojos en otro punto.

Entonces pasa el momento y te miro. Y sonríes. Y yo te devuelvo la sonrisa. Siempre me ha sido fácil sonreír.

Al segundo me maldigo a mí misma. A mí y a este corazón empeñado en desear lo que quizá nunca tendrá y a sentir solo cariño por aquello que tendría si pudiera levantar la mirada.

Quizá estemos condenados a este juego toda una vida. O solo hasta que tú encuentres a alguien que si pueda mirarte así, como lo haces tú. Ese día tu vida cobrará sentido y yo me sentiré contenta.

Contenta y triste casi de igual manera.

martes, 21 de junio de 2011

Cerrar el círculo

Dejar ir no es olvidar.
No es no pensar al respecto, o ignorar… Dejar ir no es ganar o perder.
No es una cuestión de orgullo, no es obsesionarse o detenerse en el pasado.
Dejar ir no es bloquear la memoria o los pensamientos tristes, y no nos deja vacío, daño, o tristeza. No es una cuestión de ceder o renunciar. No se trata de pérdidas y derrotas.

El dejar ir es apreciar los recuerdos y seguir adelante. Es aprender, experimentar y crecer.
El dejar ir es ser agradecido por las experiencias que te hicieron reir, llorar, y las que te hicieron crecer. Se trata de todo lo que tienes, todo lo que tenías, y todo lo que pronto ganarás.
Dejar ir es tener la valentía de aceptar el cambio, y la fuerza para seguir moviéndose. Es darse cuenta que el corazón puede a veces ser el recurso más potente.

El dejar ir es abrir una puerta, limpiar el camino y volverse libre.

sábado, 23 de abril de 2011

23 de Abril

Y así es como llegó el día indicado y San Jorge partió en busca de un destino que ya conocía. Pues estaba escrito que él daba muerte al dragón y se casaba con la princesa.

Así fue como San Jorge llegó al pueblo. Cabalgaba en un hermoso corcel blanco, vestía armadura y sostenía una larga y afilada espada. No tardó en encontrar el castillo y ver al dragón. Enorme, temible, de larga cola y afilados colmillos. Y le dio muerte, pues era bien conocida la destreza del caballero.

Rápidamente entró al castillo e imaginaos cuál fue su sorpresa cuando se dio cuenta de que éste estaba vacío. Ni rastro de la princesa. Frustrado y confuso San Jorge volvió al centro del pueblo y, para su sorpresa, no fue bien recibido.

Los aldeanos lo miraban furiosos. Uno se le acercó y cuando le preguntó por la princesa éste le contestó:

¿La princesa? Se marchó. Cansada de esperar a que llegara el día en que iba a ser salvada decidió coger las riendas de su propio destino. Un buen día se armó de coraje y decidió sortear al dragón. Pudo darle muerte, puesto que se hizo con una buena espada. Pero el derramamiento innecesario de sangre no iba con nuestra princesa. Al fin y al cabo aquél era un buen dragón. Daba de comer al pueblo, puesto que mucha gente venía hasta aquí solo para verlo.

¿Qué dónde está ahora la princesa? Quien sabe. Unos dicen que se marchó a la ciudad y ahora es la orgullosa dueña de una posada, otros que se fue a un pueblo cercano, se enamoró de un aldeano y ahora vive una vida modesta pero feliz. Otros incluso dicen que la emoción de escapar del dragón hizo crecer en ella la aventura y ahora rescata caballeros en apuros.

En tal caso, no está aquí. Llegas muy tarde caballero. Así que vete, coge tu estúpido valor, tu afilada espada, tu caballo y márchate. Pues no queda nada aquí para ti.

San Jorge se marchó sin entender muy bien la situación. Parecía que las cosas habían salido horrorosamente mal. Y eso que el había cumplido su papel a la perfección...

Y es que parece ser que ni el los cuentos las princesas esperan por siempre.

domingo, 3 de abril de 2011

Tarde de Sábado

Si solo existiéramos tu y yo...
... habría querido detener el tiempo.
















Temo que me pidas algo que no se si puedo darte...

jueves, 17 de marzo de 2011

Y yo a ti.


El grupo estaba sentado en el salón. Fuera llovía incansablemente. Había estado así toda la mañana y parecía que no iba a dar tregua.

Ella fue a la primera que abrazó. Duró solo un instante. Pero se aferró a aquél instante sabiendo que no se repetiría en mucho tiempo.
Lo primero que notó fue su calor. Y le gustaba, en sus brazos se sentía bien. Casi sin darse cuenta el se acercó a su oído y pronunció aquellas palabras, las mismas que había dicho meses atrás cuando se conocieron y se despidieron por primera vez.

Te voy a echar de menos.

Ella se estremeció.

Y yo a ti.

Apoyó su mejilla en su hombro, una décima parte de aquél instante lo pasó allí. Queriendo haber dicho mucho más.

















He estado unos días en Cádiz. (Y uno en Sevilla, que es preciosa). En una palabra, maravilloso.


Un bonito gesto de solidarización con la catástrofe de Japón.

http://las1000grullas.wordpress.com/

lunes, 28 de febrero de 2011

Truth


No puedo burlar la verdad,
al menos no aquí, no ahora,

ni nunca más.

sábado, 19 de febrero de 2011

Miradas

Le asustaba su mirada.

No.

Le asustaba lo que veía en ella.

Bajo el influjo de sus pupilas dejaba de ser ella.
En el reflejo de sus ojos se encontraba sola.
Era una sensación extraña. Siempre le habían gustado sus ojos... jubaba con ellos, los miraba, se acercaba, se alejaba, se dejaba reflejar. Le gustaba verse alli, quería navegar en aquel marrón profundo que parecia insondable.

Ahora quería dejar atrás aquél reflejo. No quería volver a ser la persona que veía a través de aquellos ojos oscuros.

No volvería a mirar. No se asomaría más a aquella oscuridad profunda.

Sabía que él lo notaría. Pero, ¿acaso importaba?

viernes, 11 de febrero de 2011

Pensamientos

Quiero saber más.

Pero no lo harás.

Puedo buscarle, solo ver si lo ha conseguido... solo poner su nombre...

No lo harás. Porque quieres ser más fuerte.

No puedo huir eternamente.

Llegará el dia en que no tendrás que hacerlo. Lo habrás dejado todo atrás.

¿Y seguirá doliendo?

No. Ya no dolerá.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Puedo escribir...

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como esta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche esta estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque este sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los ultimos versos que yo le escribo.

De un maestro, de Pablo Neruda. Me encanta.

viernes, 4 de febrero de 2011

La necesidad de lo evidente

Al oír tales palabras, él se sintió de pronto trasladado a la autopista, bajo la lluvia, oyendo cómo la mujer que amaba le reprochaba su frialdad, oyendo cómo le comunicaba que iba a abandonarlo por ello, pues no podía encontrar en su corazón un sentimiento que evidenciara que él la necesitara.

Sendero de tinieblas de Guy Gavriel Kay

martes, 18 de enero de 2011

El sonido del silencio

- No te entiendo – dijo, rompiendo el silencio inicial.

Volvían a estar en el mismo lugar. La misma sala que albergaba otros tantos recuerdos. El escenario era el mismo y, sin embargo, los actores eran ligeramente diferentes. Ella ya no era la misma. Y él era un actor que se había quedado sin papel hacia meses y que volvía a pedir explicaciones. ¿Qué más podía decirle? Simplemente, no encajaba. Suficientes lágrimas le había costado a ella aceptarlo. Pero había deseado tanto que si lo hiciera...

- De verdad, no logro entenderte.

El reiterado sonido de su voz la hizo salir de su ensimismamiento. De pronto se sintió como una tonta. Debía de llevar más de un minuto allí plantada, viendo a través de el, pensando. Por un momento había vuelto a dudar. Pero la decisión ya estaba tomada, no había vuelta a atrás. Sabía que debía hacer.

Compuso una media sonrisa.

- Y no espero que lo hagas. Ya no. - confesó, mientras hacia un ligero movimiento de negación con la cabeza.

Las palabras sonaron amargas, sin bien no era lo que ella pretendía. También sonaron a final, a últimas palabras del guión que no hace tanto compartían. Y entonces volvió el silencio. Un silencio acompañado solo por el sonido de sus pasos al marcharse, pues instantes después de pronunciar las palabras que cerraban la historia ya se alejaba por las escaleras que la llevaban a la última planta.

Tac tac tac. Decían sus tacones, asemejándose a las manecillas de un reloj. Tac tac tac.